Por Sue Birkenshaw
La primera experiencia de Juan con las drogas fue el LSD la cual probó junto con un amigo poco después de ingresar a la universidad. Le gustó y pensó que debía probar algunas de las otras drogas con las que no había experimentado. Él recuperó el tiempo perdido con el abuso de la marihuana y el beber en exceso. Para asegurarse de que tenía suficiente dinero para las drogas y el alcohol, comenzó a vender marihuana.
Un par de años más tarde, descubrió la cocaína y la heroína y se cambió a estas drogas más fuertes. Por un tiempo, podía dejar la heroína cuando él quería, pero después de una semana de inhalaciones continuas, se encontró con que no podía parar. Él comenzó a llevar consigo la heroína y la marihuana para mantener su adicción. Poco a poco, su vida comenzó a desmoronarse. Se convirtió en vagabundo (y por supuesto abandonó la universidad) junto con los amigos.
Cuando Juan le preguntó a su hermano si podía quedarse con él, su hermano insistió en que Juan comenzara un programa de metadona como parte del trato. Pero las pruebas de drogas pronto mostraron que todavía estaba usando heroína además de la metadona. El acuerdo estaba roto y Juan estaba de vuelta en la calle.
Cuando una exnovia murió de una sobredosis, Juan pudo ver como las drogas estaban arruinando las vidas de todos los adictos – incluyéndolo a él mismo. Finalmente hizo un programa de desintoxicación y rehabilitación y fue capaz de mantenerse limpio por un tiempo.
Pero cuando la vida le pareció simple y aburrida, Juan volvió a la marihuana y al alcohol de nuevo, pensando que era solo a por recreación y no tenía la menor importancia. Al poco tiempo, estaba bebiendo vodka pura. Su madre le ayudó a entrar en un programa de rehabilitación por un año y donde adquirió un poco de práctica en estar sobrio.
Completó el programa. Pero luego, después de una nueva recaída, Juan comenzó a buscar otro tipo de programa, uno que no requería cientos de reuniones. Le gustaba la etapa de desintoxicación en sauna que forma parte del programa Narconon y apreció el hecho de que las reuniones de grupo donde tenías que hablar de lo que habías hecho no formaban parte de este innovador programa.
Al pasar a través del programa Narconon, Juan encontró que era posible asumir finalmente plena responsabilidad por las cosas malas que había hecho y que le había pasado a él y empezar a hacer su propio futuro sobrio. Dijo que comenzó a sentirse más ligero y más libre. “Me di cuenta de que aprendí a vivir una vida libre de drogas yo mismo, no de otra persona que me dice cómo hacerlo”, dijo. “Y creo que la parte de la sauna del programa ayudaría a cualquier persona que haya estado usando drogas.”
(El nombre de Juan fue cambiado para proteger su privacidad. Por lo demás, esta historia es real).