La historia de adicción a la heroína de José:
La primera vez que José uso heroína fue cuando apenas tenía 12 años. Los chicos mayores que con quienes salía le dieron a inhalar heroína. Estando en bachillerato agregó además, la marihuana, el éxtasis y el LSD a su mezcla de drogas.
A los 21 años, comenzó a usar metanfetamina con un amigo quien había salido recientemente de la prisión. En poco tiempo, desarrolló una adicción severa a esta droga. Más tarde, cuando probó el OxyContin, dejo de usar la metanfetamina y regresó a su abuso de los opiáceos. Este hábito continuó por los siguientes 17 años. Estaba sujeto a la necesidad de encontrar todos los días algún tipo de opiáceo para evitar sufrir los síntomas de la abstinencia.
Un compañero de trabajo le sugirió a José que buscara una clínica con tratamiento metadona donde él pudiera tener su dosis diaria de opiáceos y así, no tener que andar buscando pastillas o la heroína que necesitaba todos los días. “Es una mala adicción” le dijo su amigo, “pero te va a ahorrar dinero y no te van a arrestar.” José se estuvo en un programa de metadona por 7 años. Dijo que después de un tiempo se sintió “como normal, pero drogado.” También, continuó abusando de la morfina y de la heroína, además de tomar la metadona que le daba la clínica.
Finalmente, comenzó a buscar una solución a su adicción, porque se dio cuenta que mientras estuviera tomando la metadona, su confianza en que sería capaz de vivir la vida que quería vivir, disminuía constantemente, así como el respeto por sí mismo. Se fue a su primer programa de rehabilitación en un centro Narconon.
A José le llevó semanas para poder retirarse completamente de la metadona, debido a la propiedad de larga duración de una dosis de metadona. El dijo “No dormía de manera normal en los primeros 21 días.” El se esmeró en cada uno de los pasos de este programa de rehabilitación de modo que realmente pudiera aprender a mantenerse sobrio, una vez regresara a casa. Cuando se graduó de su programa, regresó a su casa en Luisiana para comenzar a vivir y a trabajar, libre, al fin, de cualquier dependencia a la heroína o a otros opiáceos.